Lazar, Frankl y Weiss: la otra historia del autismo en Viena
- Ingrid Ginkgo
- 16 ago
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 23 ago

Cuando pensamos en la historia del autismo en Europa, es habitual que aparezcan dos nombres: Grunya Sukhareva y Hans Asperger. La primera, una psiquiatra soviética que en 1925 describió con gran precisión lo que décadas después se llamaría "autismo de alto funcionamiento" (terminología que ya no se usa en los diagnósticos actuales, siendo reemplazada por "autismo sin discapacidad intelectual asociada"). El segundo, un médico austríaco que, en plena Viena nazi, publicó en 1944 las observaciones que más tarde llevarían su nombre.
Pero entre esas dos fechas —y esas dos figuras— hubo un espacio y un tiempo donde la historia fue distinta. Donde el trabajo con niños neurodivergentes se hacía con paciencia, observación prolongada, juego y un profundo enfoque empático. Ese lugar fue la Heilpädagogische Station de la Universidad de Viena, y las personas que lo hicieron posible fueron Erwin Lazar, Georg Frankl y Anni Weiss.
Erwin Lazar: un pediatra adelantado a su tiempo
En 1911, Erwin Lazar fundó la Heilpädagogische Station dentro de la Clínica Infantil de la Universidad de Viena. Su propuesta era pionera: un espacio donde la medicina, la pedagogía y la psicología trabajaban juntas para comprender a niños con perfiles "inusuales" según la mirada de la época.
Lazar creía en la observación cercana y el vínculo personal como herramientas diagnósticas. Los niños no eran solo pacientes: se convivía con ellos, se jugaba, se registraban sus reacciones y se buscaban sus fortalezas. En un tiempo donde la infancia "difícil" se trataba con disciplina o aislamiento, Lazar apostó por un enfoque profundamente humanista.
Georg Frankl: el lenguaje afectivo
El psiquiatra Georg Frankl se incorporó al equipo en los años 20. Judío, brillante y minucioso, desarrolló una de las ideas más influyentes en la historia temprana del autismo: la importancia del lenguaje afectivo. No solo las palabras, sino el tono, los gestos, las miradas y las expresiones emocionales que acompañan la comunicación.
Frankl observó que algunos niños podían manejar bien el lenguaje verbal, pero tenían grandes dificultades para interpretar o usar ese lenguaje afectivo. Esta intuición, hoy respaldada por décadas de investigación, se adelantó a su tiempo y marcó un punto de inflexión en la forma de entender la interacción social en el autismo.
Anni Weiss: evaluación ecológica y comprensión empática
Anni Weiss, psicóloga y trabajadora social, también formó parte clave de la Heilpädagogische Station. Fue una de las primeras en diseñar métodos de evaluación cualitativos para niños con estos perfiles neurodivergentes: observaciones en contextos naturales, registro de intereses, patrones de juego, respuestas emocionales y habilidades no siempre visibles en pruebas estandarizadas.
En 1935, Weiss publicó un trabajo donde describía rasgos como la comunicación atípica, las fijaciones temáticas o la alta capacidad intelectual en algunos niños que, sin embargo, encontraban enormes barreras sociales. Su enfoque —basado en entender antes que clasificar— sigue siendo una referencia ética para la práctica clínica actual.
Una historia interrumpida
En marzo de 1938, con la anexión de Austria al Tercer Reich, la historia cambió radicalmente. Frankl y Weiss, por ser judíos, fueron expulsados de sus puestos. Consiguieron huir y reconstruir sus vidas en el exilio, pero su trabajo en Viena quedó invisibilizado.
Hans Asperger, que había llegado a la clínica en 1931 como joven médico y aprendido la metodología de Lazar, asumió más protagonismo en un contexto muy distinto: bajo el control del régimen nazi. En 1944 publicó sus observaciones clínicas, sin mencionar el trabajo previo de quienes habían desarrollado gran parte de esas ideas.
Recuperar la memoria completa
La historia que solemos escuchar salta de Sukhareva a Asperger, como si entre ambas figuras no hubiera pasado nada. Pero entre 1925 y 1938 existió un equipo que trabajó con rigor, respeto y humanidad, y que aportó piezas fundamentales para comprender el autismo.
Nombrar a Lazar, Frankl y Weiss no es solo un acto de justicia histórica: es recordar que la ciencia y la clínica se construyen de manera colectiva. Y que, a veces, quienes más aportaron fueron también quienes más perdieron, borrados por la violencia política y por relatos simplificados que aún hoy seguimos repitiendo.
¿Por qué es importante recuperar esta historia?
Porque nos muestra que desde los primeros momentos de la investigación sobre autismo existieron enfoques centrados en la comprensión, el respeto y la búsqueda de fortalezas. Estos pioneros nos recuerdan que la buena práctica clínica siempre ha requerido mirar más allá de las etiquetas diagnósticas para ver a la persona completa.
Para profundizar en esta historia
La información presentada aquí es solo una introducción a esta fascinante historia olvidada. Te invito encarecidamente a consultar las fuentes originales que se detallan a continuación, ya que contienen una riqueza de información adicional, documentos históricos inéditos y análisis detallados que enriquecerán tu comprensión de estos pioneros del autismo y su invaluable contribución a nuestro conocimiento actual.
Fuentes consultadas:
The New History of Autism, Part II – Spectrum News
The Forgotten Pioneers: The Life and Work of Anni Weiss and Georg Frankl – ResearchGate
How History Forgot the Woman Who Defined Autism – Scientific American
George Frankl: An Undervalued Voice in the History of Autism – PMC



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